El Día de la Samaritana: Una hermosa tradición oaxaqueña de agua, fe y comunidad
Cada año, el cuarto viernes de Cuaresma, las calles de Oaxaca se llenan de color, música y el sonido de cántaros de barro llenándose de aguas frescas. Esta celebración se conoce como el Día de la Samaritana y es una de esas tradiciones que muestran el alma de Oaxaca: una mezcla de fe, comunidad y raíces indígenas que siguen más vivas que nunca.
Recuerdo que fue mi papá, originario de Oaxaca, quien me habló por primera vez del Día de la Samaritana. Me contaba cómo de niño caminaba por las calles del centro con su vasito de barro en mano, probando las aguas frescas que regalaban afuera de las iglesias, negocios y hasta de las casas. En ese entonces, él no entendía muy bien el trasfondo de la celebración, solo sabía que era un día de alegría y unión. Ahora, escuchándolo de grande, veo el Día de la Samaritana como un reflejo de lo que hace a las tradiciones mexicanas tan especiales: la fe que se vive en comunidad.
¿Qué significa el Día de la Samaritana?
La celebración está inspirada en un pasaje bíblico del Evangelio de San Juan, donde Jesús se encuentra con una mujer samaritana en un pozo y le pide agua. Este gesto, que en su tiempo rompía con las barreras sociales y culturales, se convierte en un símbolo de la generosidad y del agua como fuente de vida.
En Oaxaca, esta historia se tradujo en una costumbre hermosa: regalar agua y aguas frescas a cualquiera que pase por ahí. Con el tiempo, el agua simple se fue transformando en deliciosas aguas de sabores tradicionales como horchata, chilacayota, jamaica y tamarindo, servidas en jarros de barro y decoradas con flores y palmas.
Una tradición que solo en Oaxaca se vive así
Aunque en otros lugares de México se llega a escuchar del Día de la Samaritana, es en Oaxaca donde la celebración toma vida propia. La ciudad se convierte en un gran escenario donde lo religioso y lo cultural se mezclan de manera única.
Desde días antes, las familias oaxaqueñas se preparan para ofrecer sus mejores recetas de aguas frescas. No es cualquier horchata: la adornan con nuez y trozos de melón, y la chilacayota se sirve con hielo y piloncillo. Los mercados se llenan de jarros de barro especiales para ese día porque, como bien dicen allá, todo sabe mejor en barro.
Me encanta imaginar cómo se transforman las calles ese día. Escuelas, negocios, iglesias y hasta oficinas de gobierno participan. Los puestos se decoran con palmas, flores y hasta imágenes religiosas. Es una mezcla de lo sencillo y lo sagrado que solo Oaxaca sabe hacer.
El agua como símbolo de fe y hospitalidad
Aunque a simple vista parezca solo una feria de aguas frescas, el Día de la Samaritana tiene un significado más profundo. Compartir el agua, sobre todo en un tiempo como la Cuaresma, es un acto de hospitalidad y de fe. Es recordarnos que lo esencial de la vida —como el agua— debe compartirse.
También refleja algo muy oaxaqueño: el valor de la comunidad. En las costumbres indígenas, el bienestar colectivo siempre ha sido prioridad. Y qué mejor forma de expresarlo que ofreciendo algo tan básico y vital como el agua, pero con ese toque de sabor y tradición.
Vivir la experiencia de la Samaritana en Oaxaca
Aunque todavía no me ha tocado vivir el Día de la Samaritana en Oaxaca, escuchando a mi papá me imagino perfectamente el ambiente: las calles llenas de gente, el aroma de la horchata y el sonido de los cántaros de barro llenándose. La gente no solo va por la bebida, sino también por la convivencia, por ese momento en el que todos se sienten parte de algo más grande.
Lo que más admiro de Oaxaca es que estas tradiciones no se hacen por los turistas ni por negocio, sino porque están en el corazón de su gente. Es parte de su forma de vivir la fe y la comunidad.
Mantener vivas las tradiciones como el Día de la Samaritana
Hoy en día, con lo rápido que pasa todo, es fácil perder tradiciones como el Día de la Samaritana. Pero creo que son justo estas celebraciones las que nos recuerdan el valor de lo simple: dar y recibir sin esperar nada a cambio.
Si alguna vez tienes la oportunidad de estar en Oaxaca durante la Cuaresma, no te pierdas este día. No se trata solo de probar todas las aguas (aunque es parte de la experiencia), sino de detenerte, mirar a tu alrededor y sentir esa conexión con la gente y la historia.
Y si como yo, por ahora solo puedes imaginarlo desde lejos, quizás podamos rescatar un poco de ese espíritu en donde estemos. Preparar un agua fresca, compartirla con alguien o simplemente practicar un acto de hospitalidad. Porque al final, de eso se trata esta tradición: de encontrar formas de acercarnos y recordar que todos merecemos un poco de agua fresca y amabilidad.
¿Conoces el Día de la Samaritana?
Me encantaría leer tus historias o ver tus fotos de esta hermosa tradición. Si alguna vez has estado en Oaxaca en el Día de la Samaritana, compárteme tu experiencia en mi Formulario de Compartir tu Historia.
¿Cuál es tu agua fresca favorita? ¡Te leo en los comentarios!